Paseo urbano de Semana Santa
Ya que uno se queda en la ciudad ... ¡hay que disfrutarla! sin tantos autos y en una calma que añora los tiempos aquellos en que había espacios que podías considerar "tuyos" pues no había tanta gente en esta urbe. Por estos tiempos he andado alejada del monte ya no he sacado a pasear a mi bicla y entonces, aproveche este tiempo para salir y recorrer un espacio que me ha parecido nuevo: Las Lagunas de Tláhuac, son reserva ecológica y están en el límite de Tláhuac y el Edo. de México (Chalco). Salí en bici desde mi casa y emprendí el vuelo por las calles tranquilas, sin tanto ruido, mucho calor y algo de disturbio por ser sábado de gloria. Aquí la gente tiene la costumbre de mojarse este día, como una costumbre que de alguna forma tiene el sentido de mojarse en el río sagrado o algo así, de acuerdo con la religión católica. Ya no recuerdo bien la razón pero lo cierto es que la gente se mojaba y tiraba agua a diestra y siniestra, para este entonces se ve menos gente desperdiciando el agua (más porque hemos sufrido de este líquido vital en Iztapalala que de gusto). Llegué a mi objetivo y aproveche para disfrutar del silencio y ruido del viento chocando con la laguna, me bebí toda esa hermosura a gusto, hasta que llegó una familia y me robó la tranquilidad del lugar. ¡Ni modo! No soy una ermitaña, me quedé un rato más y regresé satisfecha de esta travesía por la que me topé luego con una playa que el Gobierno de la Ciudad armó para que la gente mate el ocio en ella, tooodo un folcklor de Iztapalapa con música viva, palmeras, arena de verdad y un montón de gente que había que turnar las albercas para que todos pudieran darse un chapuzón. Todo sea por matar el ocio.