08 noviembre 2006

Vengándome del olvido

No me cabe la menor duda de que el mejor estado del ser humano es estando en pareja. No sólo al cerrar los ojos recuerdo el buen sabor de la vida cuando probé la boca amada y correspondida, siempre hay un motivo que me viaje al recuerdo, para vengarme del olvido escribo (como dice Sabina) pues el mar de emociones que experimento día a día buscan la salida. Las palabras son la constancia de mi vivir aunque el objeto de mi inspiración se ubiese esfumado como un ave de paso.

"Ahora te estoy imaginando, comienzo recordando tus ojos -pues ellos son los que me dicen si hay dentro de tí deseo-, el deseo que sólo un hombre y una mujer pueden percibir y comunicar sin tan solo hablar, lo imagino en tu mirada en tu boca que hace una mueca sin querer y que me invita a hacerla parte de la mía. Tu boca me insinúa algo muy sutil, me invita a morderla suavemente y luego siento tus manos, el primer tacto palpitante y ansioso de tus manos me provocan sensaciones de estremecimiento y anhelo tanto sin ningún pudor que tomen primero mi cara en una caricia tierna, después que bajen hasta mis senos y que se moldeen a las curvas de estos, lenta pero firmemente con una caricia suave e intensa a la vez y así con cada palma de tus manos recorrer toda la esencia de mi cuerpo con pasión. Sé que a través de ellas puedo experimentar el fuego que llevas dentro y anhelo poder transmitirte el mío. Y así de a poquito yo y de a mucho tú tener la plena seguridad de que cada gesto tuyo y cada movimiento de tus manos lo entenderé perfectamente y podré profetizar que la delicadeza de tus manos se transmitirá a mi ser entero... " Isabel Torres, 2005

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