06 marzo 2007

Ciclos de vida

Ya llovió (tenía 23 años) y el primer relato mío publicado en el periódico el universal, me enseñó que para escribir se necesitan más que ganas. Lo transcribo aquí, pues es una huella de una estapa en la que creía que podía cambiar el mundo. Ahora me doy cuenta que no basta con eso.
Ironías en la era tecnológica.
Desde todos los tiempos de la humanidad, la naturaleza ha demostrado que en la lucha por la supervivencia siempre sobrevivirá el más fuerte, aquél que sabe adaptarse al cambio. Conforme esta avanza, la influencia en los individuos es tal, que llega a modificar completamente su forma de vida.
El panorama que se presenta hoy en pleno inicio del siglo XXI es una realidad que en tiempos atrás era de ciencia ficción; la revolución tecnológica, el proyecto del Génoma Humano, ciencias y áreas de estudio en desarrollo vertiginoso como la Biotecnología, Nanotecnología, Robótica, Medicina, Entretenimiento y Comunicación crean una ambiente de diversidad en este planeta cada vez más marcado: cultos religiosos, alternativas de concepción, seres virtuales, etc., etc. Por estos avances es todo un reto asimilar y aprovechar el producto de estos proyectos que los científicos desarrollan para, creo yo, mejorar la calidad de vida de todos.

¿Hacia dónde va la humanidad? ¿Qué tan real es el beneficio que el hombre obtiene al querer desentrañar los misterios de la vida en general? Los cambios que se suscitan día a día están sorprendiéndonos, ya que tal parece no hay límites para la inteligencia del hombre, pero, ¿a cuantos les toca disfrutar de estos beneficios? ¿cuántos están conscientes de ellos? y ¿cuántos están dispuestos al cambio y al proceso de adaptación que esto implica? ¿qué sucede con la gente marginada y desplazada por diferentes causas del proceso “modernizador”?

Ya varios intelectuales, críticos y sociólogos nos han puesto al tanto de los riesgos que implica este proceso de apertura a la globalización y tecnología y del futuro de este grupo social que vive ajeno y totalmente inconsciente (por decisión propia por causas de educación, cultura, etc.) de este “proceso revolucionador”.
De esta manera en un mundo tan “civilizado y avanzado” encontramos ironías que se traducen en un incremento de cifras cada vez mayor en suicidios, analfabetismo y marginación, criminalidad, adicciones y enfermedades; tedio, aburrimiento y soledad como dinámica social en un mundo que nos brinda miles de opciones para combatirlos y sin embargo persisten; fenómenos socio-culturales que son parte de la cotidianidad como el voyeurismo, desintegración familiar, anorexia, bulimia, etc., etc., etc.

¿Y qué medidas adoptamos ante tales circunstancias? Soy una persona convencida de que hacer conciencia de esto es responsabilidad desde las autoridades hasta el ciudadano común, ya que todos formamos parte de esta problemática, así como también lo estoy, de que cada acto que hagamos por mejorar las cosas por mínimo que parezca es importante para lograr grandes cambios y convencernos a nosotros mismos de que se puede lograr la verdadera igualdad de oportunidades para todos.

Sin embargo, la vida misma es una ironía, hace poco me propuse poner ese “granito de arena” y hacer algo por los demás con un compromiso real, y decidí que una manera de hacerlo era enlistarme en el Servicio Militar Nacional (SMN) como voluntaria y, de esta manera, compartir los conocimientos que adquirí durante 17 años de estudios, apoyando a varios chicos a concluir o incluso iniciar su primaria, secundaria o bachillerato.Lamentablemente hay gente que no concibe la idea de hacer uso de tu tiempo, capacidades, esfuerzo y dedicación para explotar tus motivaciones sin que sea condicionado a algo más que la voluntad y satisfacción personal. El Comandante que debía autorizar mi ingreso a las listas del SMN me recomendó que “mejor explotara mi carrera, que ganara dinero, ocupara mi tiempo en cosas productivas y si para el siguiente año aún sigue con la idea de enlistarse, con gusto la recibiremos” –me dijo– lo miré fijamente, aspire y comprendí que, dadas las circunstancias, aplicando un poco de empatía y asertividad, me ayudarían más a lograr mi objetivo, antes de tomar otras actitudes y acepté su propuesta de regresar el siguiente año, no sin saborear en mi boca el trago amargo que producen la incomprensión, la discriminación, el machismo y la injusticia que aún impera en nuestra sociedad, en estos tiempos de modernidad, en pleno siglo XXI.

No hay comentarios.: